Amplia brecha en desempeño estudiantil
Amplia brecha en desempeño estudiantil
Continúa el debate sobre las diferencias en las notas y los resultados que obtienen los estudiantes en pruebas estandarizadas
lunes, 22 de enero de 2018 – 6:00 AM
El análisis realizado por ABRE Puerto Rico no toma en cuenta el aprovechamiento académico de los estudiantes de nivel intermedio. (GFR Media)
La disparidad entre las notas y los resultados que los estudiantes de escuelas públicas han obtenido en las pruebas estandarizadas que toman año tras año ha sido el eje de más de un estudio y análisis sobre lo que ocurre en el salón de clases, los elementos que inciden en el aprendizaje de un niño y la calidad de la educación que reciben los alumnos.
Ante esto, la organización sin fines de lucro ABRE Puerto Rico se propuso determinar en cuántas de las escuelas del país los estudiantes que pasan de grado con buenas notas obtienen buenos resultados en las pruebas estandarizadas, un análisis que sirvió como base para crear un índice de desempeño escolar que se publicará próximamente.
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Al terminar el pasado año escolar, el 68% de los estudiantes de tercero a sexto grado en escuelas públicas del país pasaron de grado con notas de A y B, mientras que el 53% dominó las destrezas que se miden en META. El 62% de los estudiantes de undécimo grado completó el año con esas notas, mas solo el 35% obtuvo resultados positivos en las pruebas estandarizadas.
Según el informe, esto equivale a que, en 158 de las 198 escuelas públicas de nivel superior que se incluyen en el estudio, más de la mitad de los estudiantes pasaron el undécimo grado al finalizar el año escolar 2016-2017 con promedios equivalentes a notas de A y B. No obstante, solo 28 escuelas públicas reportaron que más de la mitad de sus estudiantes pasaron las pruebas META.
Los resultados positivos en las pruebas estandarizadas se definen como aquellos que obtienen puntuaciones dentro de los rangos de “avanzado” y “proficiente”, lo que significa que dominaron las destrezas contenidas en el examen.
La discrepancia entre las buenas notas que obtienen los estudiantes y los resultados negativos que por años se han reportado en las múltiples versiones de las pruebas estandarizadas que se han administrado han sido un tema de discusión constante en los círculos académicos por las pasadas décadas. El hecho de que los estudiantes “no pasan las pruebas” es una de las razones que se han esbozado para justificar las diferentes versiones que se han creado de las pruebas estandarizadas.
La última gran modificación se hizo para el año escolar 2015-2016, cuando se sustituyeron las Pruebas Puertorriqueñas de Aprovechamiento Académico por META.
“Nos preocupan grandemente las grandes discrepancias que hemos encontrado en Puerto Rico entre ambos instrumentos de medición. Si las pruebas estandarizadas buscan medir proficiencia en ciertas destrezas, las notas de los maestros deben estar alineadas con esa meta. No podemos aceptar que en una escuela solo el 15% de los estudiantes sean proficientes, pero más del 77% de las notas finales sean A y B. Ese no puede ser un buen resultado para nadie, y mucho menos para el estudiante. Debido a lo que aparenta ser una débil correlación entre las notas y las pruebas, entendemos que la decisión de pasar a un estudiante de grado no puede estar basado exclusivamente en una de ellas”, lee el informe, redactado en septiembre del año pasado.
El estudio no toma en cuenta variables que, según expertos en pedagogía, tienen un impacto en el desempeño académico de los estudiantes, como la cantidad de alumnos matriculados en Educación Especial y el que los currículos en el Departamento de Educación fueron modificados en el 2014. Tampoco da espacio para evaluar los debates que generan las pruebas estandarizadas en los sectores académicos, como si, en realidad, estuvieran alineadas al material que se cubre en el salón de clases.
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Por disposición federal, el Departamento de Educación debe administrar pruebas estandarizadas que midan el desempeño de los estudiantes en las materias de matemáticas y lectura del cuarto al octavo grado y en undécimo grado. En Puerto Rico, se dan pruebas para las materias de español, inglés, matemáticas y ciencias, aunque esta última solo se administra en cuarto, octavo y undécimo grado.
El miércoles, el Departamento de Educación federal aprobó el plan que presentó el gobierno local para cumplir con la ley federal Every Student Succeeds (ESSA, por sus siglas en inglés), un estatuto que -al igual que sus predecesores- condiciona la asignación de fondos federales a las agencias educativas a que midan el desempeño académico de los alumnos a través de pruebas estandarizadas.
Ojo a la escuela elemental
En total, el informe solo incluye el desempeño de 1,002 escuelas. Para el año escolar 2016-2017 había 1,292 planteles abiertos.
El cofundador de ABRE Puerto Rico y portavoz del Centro de Integridad en Política Pública (CIPP), Arnaldo Cruz, explicó que dejaron fuera del análisis las escuelas donde menos de 11 estudiantes tomaron la prueba en cualquiera de las materias.
En este artículo solo se citan los resultados que da a conocer el informe para el año escolar 2016-2017. El documento incluyó también datos para el año escolar 2015-2016, pero el propio estudio reconoce que hay “un leve nivel de inconsistencia” en dicho análisis ya que, en su cálculo para reportar las notas de los estudiantes, se utilizaron las notas de todas las materias -como estudios sociales y educación física- y no solo las que se miden en META.
“Educación no nos proveyó un desglose de notas por materias para el 2016, pero ya en el 2017 teníamos la información por grado y por materia, así que pudimos hacer un análisis más completo”, sostuvo Cruz.
El análisis de ABRE Puerto Rico determinó que la diferencia entre la cantidad de alumnos que obtuvieron notas de A y B en las clases de español, ciencia, inglés y matemáticas al terminar el pasado año escolar y el número de estudiantes que dominan las destrezas en estas materias en las pruebas META se hace más grande a medida que aumentan los grados. Aunque el promedio de la cantidad de menores que obtienen buenas notas se mantiene relativamente estable del tercer al sexto grado -con fluctuaciones entre 70% y 63%- los resultados en las pruebas estandarizadas disminuye unos 20 puntos porcentuales entre el tercero y el sexto grado.
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La brecha entre las notas de los estudiantes y los resultados que obtienen en META se hace mayor a partir de quinto y sexto grado, sostuvo Cruz.
¿Por qué los estudiantes con buenas notas salen mal en las pruebas estandarizadas?
Cruz considera que el problema radica en las notas otorgadas por los maestros, las cuales no necesariamente miden a los estudiantes de forma objetiva.
“Hay un issue serio con la otorgación de notas, su valor objetivo. Hablamos en el informe de las razones por las cuales hay una diferencia (con las pruebas META) y todos los criterios subjetivos de otorgar una nota porque hay maestros que incluyen ahí otros elementos, como la conducta o la participación en clase”, expresó Cruz.
“La discusión pública se ha centrado en que las pruebas no sirven, pero los problemas serios que tenemos es en la otorgación de notas y en pasar estudiantes de un grado a otro. La realidad es que esto, las pruebas, son consistentes mientras que algo está pasando con cómo se pasa a los estudiantes de grado”, añadió.
El fundador de ABRE Puerto Rico argumentó que los problemas con las notas quedan evidenciados cuando los estudiantes pasan a la universidad y deben tomar cursos remediales para aprender destrezas que debieron haber dominado en la escuela, por lo cual recomendó que se considere utilizar las pruebas estandarizadas como instrumento para determinar si los estudiantes pasan o no de grado.
Pero en el sector pedagógico, las pruebas estandarizadas se miran desde otra óptica, aseguró el catedrático de la Facultad de Educación del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y especialista en la evaluación del aprendizaje estudiantil Julio Rodríguez.
El catedrático explicó que las pruebas estandarizadas solo miden correctamente el aprovechamiento académico si se garantiza que están alineadas al currículo escolar y se administran a estudiantes a los que se les enseñó todo el contenido curricular en el período requerido.
“Como bien es sabido, todo estudiante es distinto del que tiene a su lado, aprenden de distinta manera, captan la información y la procesan en ellos de formas diferentes, con distintos métodos, al igual que sus metodologías de trabajo. Entonces, si ya sabemos que son distintos unos de otros, ¿por qué pensar que reaccionarán de la misma forma ante una herramienta de evaluación? Al imponer una evaluación estandarizada, solo se saca provecho de ciertas cualidades o habilidades de los estudiantes”, sostuvo Rodríguez, a quien este diario proveyó copia del informe de ABRE.
Mirada pedagógica
A nivel de todo Estados Unidos se han generado debates en torno a cuán justas son las pruebas estandarizadas y si miden adecuadamente el desempeño estudiantil.
Elementos como el nivel de pobreza de los estudiantes, la preparación de un maestro y la proporción de estudiantes de Educación Especial en un salón son todos elementos que inciden directamente en la habilidad de un alumno para salir bien en pruebas estandarizadas, argumentaron el decano de la Facultad de Educación del recinto de Río Piedras de la UPR, Roamé Torres González, y la exsecretaria de Educación Odette Piñeiro.
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“El informe no hace referencia de la creciente literatura que cuestiona la validez y confiabilidad de las pruebas estandarizadas para medir el aprendizaje estudiantil o aprovechamiento académico de los estudiantes. Por lo general, lo que miden estas pruebas son aspectos muy limitados del conocimiento que se enseña en las escuelas. Las mismas están principalmente diseñadas para medir las capacidades memorísticas de los estudiantes y sus destrezas básicas de pensamiento, no sus capacidades para resolver problemas y para el pensamiento crítico y creativo”, expresó Torres González, quien cuestionó aseveraciones de ABRE en torno a que existe “extensa literatura sobre la validez de estas pruebas”.
De acuerdo con un estudio realizado el año pasado por las doctoras en pedagogía Alicia Castillo y Piñeiro, la mayoría de los directores escolares en la isla considera que hay factores externos al ambiente escolar que inciden directamente en el aprendizaje de los alumnos y que hay una relación entre el nivel socioeconómico de los estudiantes y su aprovechamiento académico.
“El 67.7% de los directores opina que la pobreza afecta negativamente el aprovechamiento de los estudiantes”, lee la investigación de las expertas, titulada “Cambio de roles de los directores de escuela en Puerto Rico”.
Para el 2016, el 62% de los menores de uno a cinco años vivía bajo niveles de pobreza y sus papás enfrentaban una tasa de desempleo de un 29%, según datos del informe Kids Count, de la Fundación Annie E. Casey.
Estudios recientes de investigadores de las universidades de Harvard y Dartmouth demuestran el efecto negativo que tiene la pobreza -entre otros estresores tóxicos- en el desarrollo físico y cognitivo de los niños, lo que afecta su aprendizaje.
En Puerto Rico, también se ha determinado que existe una correlación entre la pobreza y el pobre desempeño académico. Por ejemplo, el gerente senior de proyectos del Instituto de Estadísticas, Orville Disdier, comparó los datos socioeconómicos de los estudiantes de escuelas públicas con su desempeño académico y concluyó que los alumnos pobres tienen “dos veces mayor probabilidad” de obtener puntuaciones bajas en las pruebas estandarizadas.
Por su parte, Cruz señaló que, aunque es un elemento interesante, el nivel de pobreza de los estudiantes en la isla es relativamente constante a través de todas las escuelas y no explica las diferencias en el desempeño que obtienen los estudiantes.
“Tienes escuelas en un mismo pueblo que tienen el mismo nivel de pobreza, pero los estudiantes obtienenresultados diferentes y las brechas no son las mismas (entre las notas y las pruebas META)”, argum